miércoles, 30 de septiembre de 2009

Ironman Wisconsin 2007


IRONMAN WISCONSIN

9 de septiembre del 2007

Nos despedimos de mi Papi que se quedó arriba en el parque de bicicletas, y bajamos la espiral... estábamos tarde... no había mucho tiempo ya, miré mi reloj y leí 6.53 pero sabía que estaba atrasado 2 minutos contra el reloj oficial de la competencia, nos quedaban tan solo 5 minutos para ubicarnos en el agua hasta la salida del cañón, ya abajo logré ver a Paola y Adrianne al otro lado de la valla, imposible acercarse a despedirnos, tan solo un nos vemos pronto, con la mano, regresé a ver, Lorena tranquila me pareció, igual Petete, la Polly lloraba... creo que acertadamente –porque me lo confirmó luego- le dije “está bien Polly, solo utiliza esto a tu favor”... me despedí rápido y comencé a sacar ventaja de mi tamaño frente a tanto gringo gigante y ordenado que pacientemente se ubicaba en esta masa humana que tenía que estrecharse para pasar por dentro del arco de inicio, pisar la alfombra y activar el chip para poder competir, antes de entrar al lago Monona... medí metros, segundos, y sabía que no iba a alcanzar... me comencé a escabullir entre las masas, sentí que Petete me quiso seguir, pero se atrancó, yo llegué al agua a las 6.58 tiempo oficial porque regresé a ver el reloj, tuve 2 minutos para flotar un poco boca arriba, tratar de relajarme un poco, nada de calentamiento, no hubo tiempo, mala estrategia, debíamos haber bajado mucho antes, no importa, ya estamos aquí... ya estoy aquí, no sé donde están mis amigos, la carrera es individual, se acabó el trabajo en equipo, el apoyo en los largos entrenamientos, ahora estamos a merced de la naturaleza de esta competencia: es un viaje individual... me ubiqué en la primera fila pero demasiado cerca al borde externo, lejos de las boyas, ya no podía hacer nada, tuve que nadar más metros de los que debía... ya no quedaba tiempo... para esto es lo que habíamos entrenado con tanto esfuerzo y sacrificio desde el 26 de marzo, muchas cosas pasaron por mi mente, ninguna se quedó... pasa todo muy rápido, me acordé que en los Ironman, al igual que todo lo bueno de la vida que dura poco, el tiempo pasa demasiado rápido, y bastaba que llegue el momento del cañonazo –aquel momento que con naturaleza de ser humano casi no queremos que llegue, sentimientos mezclados- el día se acabaría en un abrir y cerrar de ojos...


El agua siempre es cuando más se trepa el ritmo cardíaco. No es casualidad. Es lo primero que hace el triatleta en su jornada. Es un medio extraño para el ser humano, somos terrestres, no acuáticos... por eso el entrenamiento de agua es tan importante. No para bajar 5 minutos que sería lo que diferencia a un super buen nadador, de un buen nadador, sino para poder manejar este estrés inicial de mejor forma gracias a haber cumplido con las sesiones de entrenamiento de 3000+ metros. La marea humana tiende hacia las esquinas del trazado rectangular de la pista de natación, y tratando de bajar por la hipotenusa del triángulo es cuando más problemas de contacto y golpes hay, porque confluimos los que venimos de afuera, los que vienen del medio y los que están adentro. Todos apuntando a una boya de viraje.


Logré mirar mi reloj, pulsaba 167. Alto, pero ya sabía, había sido el común denominador en mis dos Ironman anteriores, ya se pondría todo mejor. Los malos pensamientos se cruzan por la mente, inclusive cuando uno ya ha tenido experiencias varias, siempre hay que pelear contra el diablito que prefiere estar tranquilo en tierra firme, y no en medio de esa masa humana, hombres y mujeres por igual, todos agresivos, asustados, incómodos, apurados, a la defensiva, dispuestos a darte un manotazo si te cruzas por su camino, o patear más duro de lo normal por reflejo instintivo si le tocas los pies por detrás, a riesgo de que con esa patada puedas perder los lentes. Es normal, es parte de la carrera, todos nos comportamos de esa forma, nadie lo hace con maldad, pero no hay como detenerse a disculparse, bajar el ritmo, no se puede... te atropella la estampida de brazos, hombros, cabezas, piernas, todos en trajes negros de neopreno, sin rostro, solo gorros de colores y ojos detrás de plásticos, con el único objetivo de llegar al mismo punto de donde comenzamos... parecería ilógico, no?... por qué entonces no nos quedamos donde estábamos, tan tranquilos?... eso es el Ironman, no admite explicaciones.


Nunca se abrió el pelotón. Estuvo siempre muy pegado, o para mala suerte mía, estuve entre gente de mi misma velocidad, por lo que nunca estuve solo, para desarrollar algo de estilo, para deslizarme un poco más, para bajar mi ritmo cardíaco. Di la primera vuelta, traté de utilizar una técnica que Ricardo, nuestro amigo venezolano, me sugirió la noche anterior. No dio buenos resultados, porque luego supe que la había hecho mal. Se propone dar 3-4 brazadas cortas de pecho, con patada de mariposa justo al virar para avanzar sin tener que detenerse... abrí mucho los brazos y sin querer lógicamente pegué un par de golpetazos en la cabeza a dos gringos que venían a mis lados... mejor no intentar nada nuevo, así pensé. No mucho después, ya en la segunda vuelta, seguramente comenzamos a pasar a los rezagados, y lógicamente me le fui encima a algún gringote que coincidió que pateó justo cuando yo pasaba, y gracias a que estuve con los lentes debajo del gorro, no los perdí, pero si me los sacó de su lugar... tuve que flotar boca arriba un par de segundos para acomodarlos. Ahora que recién me acuerdo de esto, me toqué la cavidad del ojo y tengo dolor, fue un buen patazo el que recibí.


Mi tiempo de agua se subió un minuto de las dos carreras anteriores. No estuvo mal para tanto golpe en el agua. Ya en la T1, escuché a un gringo que se cambiaba y decía “I think I am going to press charges for battery”, jeje... dijo que iba a hacer una denuncia por agresión, la verdad estuvo fuerte.


Comenzó la bicicleta luego de una transición bien larga, hubo que correr la espiral hacia arriba, coger la bicicleta y salir bajando tres pisos de espiral por el otro lado del edificio, de Monona Terrace, un centro de convenciones muy moderno donde fue el centro de la organización de la carrera. Hubo un par de tramos marcados como “NO PASSING ZONES”, uno bajando la espiral, y otro bajo unos pasos a desnivel muy estrechos como a 1 milla de recorrido. Luego de eso, se pudo poner un buen paso de ida. La ruta eran 16 millas hacia Verona, luego 2 vueltas de 40 millas cada una, y 16 millas de regreso, para totalizar las 112millas –o 180 km del recorrido de bicicleta. El tramo de salida, de 16 millas estuvo bastante bien, pude mantener un promedio de unos 32.8 al conectar con el “loop” de 40 millas... supuse que no habría problema en mantener estos promedios, y apuntar a un total de 5h30 en el total de la ruta. Ahí comencé a conocer la verdad de la milanesa. El tramo de 16 millas de salida tenía algunas lomas (rolling hills), pero me sentía fuerte, me sentía bien. Luego pude comprobar que definitivamente tenía viento a favor. Al entrar al primer loop, comenzaron las lomas. El día anterior se hablaba de que la ruta de bicicleta era muy ‘técnica’, lo cual no lo supe digerir hasta que la experiencia misma me obligó. El tecnicismo de la ruta consistió básicamente en una serie innumerable de veces que estuve obligado a poner plato chico en la catalina para suavizar la relación de los cambios, inmediatamente regresar al plato grande en todos los ‘rollers’ donde había que aprovechar al máximo la bajada, a toda velocidad, para tener que esforzarse lo menos posible en la loma de al frente, en poder subir lo más eficientemente posible lomas largas en curva, otras lomas empinadas con virajes de 90 grados hacia la derecha con una loma aún más empinada, y bajadas casi en vertical, donde marcó la máxima velocidad de mi Garmin 68 kph, pero que a media bajada se leían letreros de “BIKE SLOW DOWN NOW” porque casi de inmediato había que virar en 90 grados hacia algún lado, obligándote a frenar brutalmente, a riesgo de terminar en los arbustos, junto a las vaquitas que dan los mejores quesos de la zona.


A la mitad de la primera vuelta, pregunté a un competidor que lo tenía cerca que cuándo vienen las lomas fuertes, a lo que me respondió que las lomas están en todo lado!... y era verdad. Pero a eso del km 60 recordé que el entorno se parecía al video de SimplyStu, donde habíamos visto el recorrido de la ruta de bicicleta, donde llegaba una de las lomas largas y curvilíneas. Subí la loma muy bien, pasé a mucha gente que me había pasado en los kilómetros anteriores, sentado atrás en el sillín, manos en la barra, como ciclista rutero, acordándome de los trepadores del Tour. Llegué arriba luego de como 2 km de subida, larga estuvo. Vinieron un par de bajadas fuertes, y luego más subidas, pero la que más me impresionó fue una que parecía el Tour de Francia. Gente haciendo caminito estrecho en la carretera, porque los ciclistas pasabamos lento y uno por uno, sosteniendo una velocidad suficientemente en movimiento como para evitar caernos de lado, simplemente logrando mantener el equilibrio- fuertísimo... las piernas todavía estaban enteras, pero faltaba terminar este loop y otro más enterito.


Cogí mi funda de Special Needs donde tenía una botella adicional de comida líquida (400 calorías de carbohidratos y proteína), buena decisión haber usado esta ayuda para llevar menos peso. La velocidad promedio estaba por alrededor de los 31.8 kph... no estaba mal, pero pensé “si logro mantener este promedio, luego al regreso podré mejorar porque la ruta estuvo más suave”... la segunda vuelta estuvo durísima, las piernas ya agotadas, llenos de sangre los músculos, el viento comenzó a soplar más fuerte, se lo sentía agresivo al invisible enemigo del ciclista. Ya sabía qué esperar y donde en la segunda vuelta, así que eso estuvo mejor, pero ya el cuerpo estaba cansado. Recordé haber leído sobre una ruta de bicicleta “extremely hilly”, en otro lugar “significantly technical and difficult”, y finalmente hablaban de “the leg breaking hills of Wisconsin”... todo esto es verdad, no tengo nada que objetar, pensé!... el promedio se caía a 31 kph, era difícil sostenerlo más. Terminé el segundo loop muy cansado, golpeadísimo, habiendo vencido con la mente los calambres brutales que se venían al extremo inferior del cuádriceps, los aductores, y las pantorrillas. Todos los músculos de las piernas habían sufrido un terrible e inesperado embiste. Pensé que el regreso sería más fácil y recuperador. Me equivoqué diametralmente. Los últimos 25 km (de la loma del 30 hasta mi casa en Guayaquil pensé), fueron brutales, peleando viento en contra toda la ruta, y con unos rollers que ya no los necesitaba. Cuidé mucho de mantener una cadencia de 90 rpm para por lo menos llegar con rotación y no tan cargado. Fue un asunto de orgullo seguir pedaleando con fuerza (hey, no es esto finalmente un Ironman?), para lograr bajar las 6 horas, y tener un promedio mayor a 30 kph. Terminé la bicicleta en 5h55m, pero terriblemente estropeado, había sido duramente maltratado por las legendarias y famosas Lomas Rompepiernas de Wisconsin.


Entregué la bicicleta luego de hacer maromas para subir la espiral de 3 pisos hasta el parque de bicicletas, y me bajé adolorido. Pensé: “cómo voy a correr una maratón si ni siquiera puedo caminar?”. Cogí mi funda de zapatos, me senté para cambiarme de número, de medias que estaban estilando de tanta agua que me eché durante la bici, en fin, una transición lenta como ya es habitual en mi. A la salida de T2, luego de una breve puesta de bloqueador en los hombros, comienza la ruta de corrida... Mi Garmin me pitó “LOW BATTERY”, así que ya no pude usarlo durante la carrera. Hmm, pensé que sería bueno replantear objetivos. Ya el tiempo de bicicleta estuvo fuera de pronóstico por al menos 20 minutos, y estaba realmente adolorido. Decidí entrar en el modo “vamos a divertirnos”... Sabía que pronto encontraría a Paola, Adrianne y mi Papi, así que me quité el Garmin de la muñeca, para entregárselo a alguien de ellos, ya que tampoco iba a llevar peso muerto. Me acordé de mis días de maratonista hace ya algunos años, donde no sabíamos a qué velocidad corríamos sino solamente al llegar a las marcas de milla y calcular, sumar, restar... eso iba a estar interesante, tener que jugar con números. Pensé que la tecnología nos vuelve vagos mentalmente, y hasta me alegré que se haya acabado la batería de mi GPS, herramienta espectacular que mide el desplazamiento, calcula velocidades promedio y real, en base a triangulación satelital.

Vi a mi Papi como en la milla 1.5, y escuché gritos de Paola y Adrianne seguramente, pero no las vi. Mi Papi corrió conmigo unos 500 metros, donde algo le pude decir acerca de lo duro de la ruta de bicicleta, le entregué el Garmin, y recibí de su parte la motivación usual de que “me veía bien, me sentía bien”... chuta, pensé... creo que mi Papi está “ciego e insensible”... Estaba realmente golpeado.


Me tomó unas 3 millas encontrar un paso ya asentado, donde el cuerpo ajusta la transición de ciclismo a atletismo, cambiando la utilización de los músculos para cada uno de estos deportes. El ritmo cardíaco estaba super bien, en los 150-155, en mi zona 2 de entrenamiento. Esto ocurre porque el cuerpo ya está tan cansado, tan estropeado, que el ritmo cardíaco hace un plateau llamado cardiac drift, y no puede subir más, pero tampoco te va a dar más tan fácilmente, ya que la limitación en este punto no es cardíaca, es físiológica, son los pistones del motor los que ya no pueden ir más rápido.


La estrategia de que nuestro grupo de soporte nos vea en varios puntos de la carrera fue muy buena... recibimos varias veces el apoyo y motivación de Paola y Adrianne, y de mi Papi, en los distintos puntos, en el km 2, km 10, km 23, y el km 31, y luego ya en la llegada. Fueron dos vueltas de 21 kilómetros, y alrededor del km 9 y 30 teníamos que subir una loma a un observatorio, donde casi todo el mundo caminó. Tuve que cavar bien adentro de mi baúl de recuerdos y encontré mi orgullo de corredor, con el que me vestí y corrí cada uno de las lomas, aun cuando el ritmo no fue muy rápido, pero nunca dejé de correr mis 42.2 km de maratón.


El cuerpo humano es increíble, y el poder de la mente aún más. Cuando en un tramo de tierra compactada de una milla de largo aproximadamente, ví la marca de 20 millas, faltaban solo 6.2, o sea, una carrera de 10k. Sentí lo que vulgarmente se dice un “segundo aire” y mejoré mi paso sustancialmente. Pude correr los 10k en muy buen tiempo, mejorando mi paso promedio sustancialmente, pasando gente de manera singular, y a decir por mi ritmo cardíaco, subió sustancialmente casi al borde del umbral de lactato y más, pero ya no faltaba nada, estaba rumbo a mi tercera línea de llegada de Ironman, y eso es algo que no tiene precio. Lo iba a dejar todo en la pista!... lo estaba haciendo. Los últimos 5k los corrí con mi hijo Gusi en mi mente, en los 5k que corrimos en Samborondon, sus primeros a los 10 años! Me ayudó muchísimo; había sido un día muy largo, eran pasadas las 5.45pm, pero ya no era posible romper las 11 horas, tuve que disfrutar mi paso, que ya se había convertido en cómodo, de aproximadamente 7.50 minutos por milla, lo cual estuvo muy bien para ese momento en el día –de hecho, estuvo fantástico.


Vi el capitolio, faltaba poquisimo, menos de milla y media. No bajé mi paso, y pasé por la marca de la milla 25, 8.05 fue el tiempo. Sentía que volaba. Triatlón es un deporte totalmente distinto a la maratón, impresionante, incomparable aun en los tiempos por milla, no se puede mantener la misma velocidad, jeje... era absurda mi felicidad. Faltando 800 metros vi a mi Papi con su chompita negra y sus shorts de corredor, esperándome más feliz que yo... corrió junto a mi unos 500 metros, yo iba acelerando en unas lomitas pequeñas que faltaban alrededor del capitolio, la llegada era por el otro extremo del parque. Mi papi se comenzó a quedar y le hice señas de que se pegue, no me entendió, pensó que le estaba diciendo “ya ándate”, jaja... que pena, podríamos haber llegado juntos, pero para ese entonces no tenía más energía que para mantener el paso y llegar. La última curva y 100 metros hasta el reloj de llegada, volví a escuchar los gritos de Paola, y nuevamente no la vi. Difícil entre tanta gente, muchísima bulla, alcancé a escuchar “... and now from ECUADOR, here comes Gustavo Darquea... YOU ARE AN IRONMAN”... palabras precisas y finales para tremendo día!. Llegué en 11h08m.


Luego llegó Ricardo en 11h20. Llegaron Andrés (Petete) en 11h50, la Polly en 12h33, excelente performance para su primer Ironman. Lorena en 12h48. Todos muy bien y contentos, aunque Lorena llegó con un desfase de sodio medio de cuidado, habiendo pinchado llanta en la bici también -pero que finalmente se lo compensó con un tubo nuevo y suero intravenoso. Así pasa, es un día muy largo, y muchos imponderables.


Un mes atrás tuvimos un taller de motivación con mi Papi. Su misión en la vida es motivar a la gente que le rodea, y ahora lo hace por negocio, y considero al igual que muchísimos otros, que es uno de los mejores del país, y Latinoamérica. Todavía hay mucho que cosechar, dirigiendo bien esos esfuerzos hacia otras necesidades. Mi Papi tiene una gran habilidad de mover corazones y mentes. El día anterior a la carrera, tuvimos nuestra última sesión de motivación, donde tuvimos que escribir el Quién Soy, y el Cuál es mi Misión en la Vida. Nadie quiso compartir lo suyo con el grupo. Yo lo haría luego del Ironman, y aquí va mi quién soy:


Soy energía, más positiva que negativa, convencido de que hay solo una vida, y que por ello hay que vivir cada día al máximo posible, logrando cada día influir positivamente en la vida de otra persona.


Hace pocos días también, en este proceso de descanso físico previo a las carreras, pero intenso trabajo mental de preparación, visualización positiva de la carrera, se me ocurrió también una frase que creo que resume muy bien lo que acabamos de lograr:


El IRONMAN no es ni un deporte ni un hobby - es un compromiso de por vida a la excelencia y el liderazgo


Y creo que todos quienes logramos cruzar la línea de meta tenemos ese compromiso. Por supuesto, gracias al apoyo de nuestras familias, de quienes nos rodean, de quienes están forzados a entender un estilo de vida distinto, no-tradicional, que hasta podría ser visto como egoísta, pero que finalmente lo que hace es crecernos como seres humanos, a cambio del compromiso de tratar –asimismo incansablemente, de ser mejores hijos, padres, hermanos, amigos, parejas, jefes, empleados, atletas...


Salud a todos!!


Gus

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