miércoles, 30 de septiembre de 2009

Ironman Coeur d' Alene 2009


Ironman Coeur d`Alene – What can I say…

Esta mala costumbre de escribir es definitivamente hereditaria. Mi Papi y mi Abuelito Rodrigo han sido personas de buen verbo, facilidad de palabra, y claridad en su síntesis. Supongo yo que hereditario también es sentir los genes y tratar de que se manifiesten en uno, es decir, dejarlos que se desarrollen. Obvio no le llego ni a los tobillos, pero ahí hay algo genético que me obliga a desahogarme de esta forma.

Dejo claro desde ya, que las líneas que siguen no las escribo yo en su totalidad… son producto de ese flujo de adrenalina y endorfinas y otras sustancias que el cuerpo produce de manera inusual durante muchas horas, y que se quedan en el sistema. Y para volver a pisar Tierra, opto por torturar a mi gente cercana con esto.

Muchos amigos y gente cercana siempre me pregunta “que sientes luego de un Ironman“. Y por la complejidad de la respuesta, y para no dar un testimonio mediocremente resumido, intento comunicar el mar de sensaciones y sentimientos por esta vía. No es fácil, no creo que lo he logrado en reseñas anteriores, pero al menos me quedo más tranquilo, porque lo intenté, y por lo menos lo saqué de mi sistema, que ahorita, seis de la mañana luego de race-day, se encuentra absolutamente convulsionado, abatido, desbordante de rezagos de adrenalina… esa adrenalina que hace que todo lo que hicimos ayer haya sido posible.

Solamente llegar acá, a este pueblo llamado Coeur d’ Alene, merece una medalla. No se pudo llegar en 1 día desde Ecuador. Salimos miércoles, llegamos a media tarde en Miami y tuvimos que dormir ahí. Al día siguiente el itinerario comenzó a las 8am hora Miami, hacia Los Angeles, Portland, Seattle, y Spokane finalmente, para alquilar un carro y manejar 60 km hasta llegar a este pueblo, que normalmente cobra mucha vida en los meses de verano –los locales dicen que solo hay 2 por su latitud tan al norte, y donde también ha sido conocida por sus siembras y negocios madereros.

Esta es ya mi cuarta carrera de esta distancia Ironman. Para darse una idea de distancias, 3800 metros de natacion (una vuelta al parque de La Carolina en Quito), 180 km de bicicleta (mi abuelito Rodrigo decía que era Quito-Riobamba, o Guayaquil-Montañita), y 42.2 km de atletismo (El Quinche- Quito, o Cerecita-Guayaquil)… es como tratar de comerse una vaca, solamente la idea te espanta, hay que hacerlo bocado a bocado, y es dificilísimo de digerir.
Veníamos muchos más, siquiera 8 amigos y amigas triatletas. Lesiones de todo tipo, hasta de tipo logístico, impidieron que vengamos más que mi compadre Andres Baquerizo, a.k.a. Petete, y yo. Vinimos con Paola y Adrianne, nuestra esposas, que fueron una super ayuda en momentos tan necesarios. En todos los campos.

Las últimas semanas de entrenamiento fueron complicadas. Tuve una contractura fuerte en la pantorrilla izquierda que me mantuvo sin correr por al menos 2 semanas, y la tercera fue ya de taper (término que significa “disminución gradual“, y que se lo hace al final de los entrenamientos previo a la carrera, para que el cuerpo se recupere de la carga de trabajo fuerte con que venía, y se cumpla el principio de sobrecompensación. Este principio fisiológico-deportivo sostiene que al darle al cuerpo un respiro de carga de trabajo, durante este tiempo, siguiendo la periodización de un esquema de entrenamiento bien estructurado, luego de ese tiempo el cuerpo regresa más fuerte que cuando comenzó el taper. Por eso, es vital esto antes de una maratón, de un Ironman, en general antes de una competencia de alta duración, y se aplica en más de un deporte.

El clima desde los pronósticos de la semana anterior, dentro ya de los 5 días previos al Domingo 21, apuntaban a un día relativamente frío para un Ironman. Decían máxima de 63, mínima de 50, con alta probabilidad de lluvia.


Llegamos en la noche del jueves a Cour d’ Alene (CdA). Temprano el viernes fuimos a CdA Resort, el hotel donde se iba a desarrollar todo el tema de la expo, el registro, y donde quedaba Ironman Village. Es fantástica toda la esta organización de Ironman. Es mi cuarta carrera, y no dejo de impresionarme de la organización, de la logística y planificación, pero sobretodo disciplina y calidad que hay detrás de cada Ironman. En Ironman Village están los lugares de exposición de auspiciantes y tiendas especializadas de triatlón que presentan sus productos, regalan cosas, etc., así como el Ironman store (desde cepillos de dientes, mousepads, gorras, camisetas, chompas, vasos para shots, calendarios, calcomanías, TODO con el símbolo “m-dot“ que es el logotipo de Ironman). Ah, me olvido de aclarar… que una pelota de golf con el logo Ironman cuesta casi como un set de palos de golf…

Ese viernes a primera hora fuimos a conocer el agua y nadar un poco en CdA Lake. Fucking COOOOLD! El agua estaba a 62 grados que para mis estándares ahora último –llevando más de 20 años fuera de Quito, si así como lo leen… pues era bastante fría. Uno ya conoce de la carrera gracias al Internet, donde hay reportes de la carrera de otros años escrito por otros triatletas, así como las estadísticas de la misma Ironman, en cuanto a temperaturas promedio del agua, del aire, etc., mapas de la ruta de ciclismo y atletismo con su altimetría, al más puro estilo de las exigencias y servicio de un país como este.

Quedamos en nadar unos 20 minutos, mientras las señoras tomaban fotos, y se entretenían viendo a OTROS triatletas en nuestra ausencia!... A los 10 minutos que paro para virar, veo uno de los kayaks de seguridad cerca y le comento “pretty choppy, huh?“, porque de verdad estaba oleadito, no se podía seguir una línea muy estable de nado. Y me contesta, debiste haber visto ayer, olas de casi 1 metro. Se forman olas muy grandes e inusuales en ese lago, además del viento porque la profundidad es poca, y eso fomenta la formación de olita. Ese día podíamos nadar entre las 7 y 10 am, auspiciado por Gatorade donde regalaban termos, y había música, la gente comenzaba a llegar a practicar su swim y disipar su ansiedad antes de race-day. Solo sirve para esto. Hasta hace 2 semanas contaba lo que se hacía en el entrenamiento. Luego de eso, el principio del taper aplica en su totalidad: “less is more“ asi que lo que se hace más puede dañar que mejorar el trabajo de las 24 semanas previas, esos 6 meses antes que se comenzó con el entrenamiento estructurado y diseñado por un experto.

El día estaba rico, temperatura de unos 70 grados… fuimos al hotel y regresamos para el registro e inscripción, recoger los números que van en la bicicleta, casco, fundas de transición y special needs, así como hacer una pocas compritas de rigor. Unas absolutamente necesarias como tubos de repuesto, cartuchos de CO2 para inflar llantas, unas manguitas para el frío en la bici –no se esperaba un pronóstico tan frío del aire- y otras no tan necesarias como zapatos nuevos, gafas, camisetas, y esa chompita que ‘está tan espectacular, y justo hubo mi talla que no puedo dejar pasar la oportunidad’… Por ahí una camiseta para las señoras, y pocos encargos.

Fuimos a recorrer los 60 km de ruta de lomas de la bicicleta, conforme lo recomendaban las instrucciones. WOW! Realmente era una ruta como nunca antes había visto, peor pedaleado. Había que darle 2 vueltas al mismo recorrido, y creo que habremos contado unas 25 lomas en la ruta. Unas más cortas que otras, y otras más pronunciadas. Iba a ser un reto de grueso calibre.
Pero durante todo este vertiginoso trayecto, desde que se aterriza en el avión en la ciudad de destino, siempre me ocurre algo que se ha repetido consistentemente en las 12 maratones que he corrido en los Estados Unidos, 2 Half Ironman, y 4 Ironman: apenas uno aterriza, el tiempo VUELA… imposible detenerlo, ya sabemos, pero va más rápido. El rato menos pensado me encuentro sentado en mi laptop escribiendo sobre las memorias de días que podrían ser tan normales, tan jueves a domingo como cualesquiera otros. Pero la carga de emociones y sensaciones de estos últimos días son meritorios de plasmar.

El sábado salimos con mi compadre a probar las bicis, que todas las piezas cumplan su funcion, que las llantas estén redondas y que rueden hacia delante cuando uno presiona los pedales, jeje. Todo bien, todo bajo control. Y luego corrimos un poquito, unos 25 minutos, solo para una vez más- tratar de difuminar la ansiedad, esos momentos previos, esa anticipación a algo tan grande, poder pensar un poco.

Un poco de meditación, agradecimiento por esta fantástica oportunidad, que el de arriba nos ha puesto delante a unos pocos. Realmente hay que dar gracias. Un poco de música en el iPod, Floyd is the drink of Choice, quizás algo de Stones… en fin, lo que se requiera para abstraerse unos 10 minutos, cerrar los ojos, y respirar en meditación yoga… clave antes de esta carrera, que uno lo completa 90% con la mente, porque el cuerpo te suplica “ya no más!“.
4am… domingo! Mi mamita me cuenta que cuando yo era niño odiaba dormir, alegando siempre de que “por qué tengo que dormir si lo que quiero es jugar“… hoy la historia se repite en diferentes niveles… la noche del sábado no quería dormir, porque como sistema natural de defensa del cuerpo, yo sabía que el momento que cerraba los ojos, YA ERA DE MADRUGADA en menos de lo que uno se imagina, y me despertaría con la alarma de las 4am, para ir a desayunar así nomás, en calentador, zapatillas, y cabeza de loco, con mi compadre, y que tres horas más tarde estaríamos escuchando el cañonazo de salida… time is unstoppable… este concepto me trastorna!

Tantos años de experiencia en este tipo de competencias ya nos marcan un know-how que se va metiendo en nuestro disco duro. Efectivamente, todo comenzó a fluir a una velocidad brutal… luego de un magro bagel con un poco de café, y ya eran 4.40am!... y Gusi ya estaba despierto en Guayaquil, instaladazo en el Messenger, y yo desde el blackberry no podría jamás cortar a mi clon, que ayer ya me dijo que quería conversar conmigo la mañana de la carrera, pero yo sabía que tenía 5 minutos SI ACASO… no había como perder tiempo, olvidarse de nada. Ya toda la transición, swim-to-bike (zapatos ciclismo, casco, guantes, mangas, el número en cinturón (bendito número que me olvide de poner en medio de ese barullo de gente), gafas; y el bike-to-run (zapatos de correr, visera, número de correr), ya todo esto estaba desde el sábado en la tarde que había que hacer el check-in obligatorio de estas fundas de transición, y la bicicleta. Ya todo estaba descansando y esperándonos que lleguemos llenos de ansiedad pero muchas ganas la mañana de la carrera. Pero no podía olvidarme esa mañana de llevar el wetsuit (traje de neopreno para mayor flotabilidad y protección contra el frío, obligatorio en estas competencias), goggles, gorro de la competencia con el número, pero más importante que nada, el chip para controlar el tiempo, que iba sujeto en una banda al tobillo.

Llegamos y ya era una marea humana… obvio, el tiempo seguía corriendo como que estaba él en competencia. 6.15 am. Mi compadre no aparecía! Nos enteramos luego que su llanta en la transición, explotó al momento que el fue a darle aire. Parece que cuando el sábado dejó para que le cambien llantas nuevas, quien puso el tubo lo remordió. Una más para el baúl de experiencias. Por viejo más que por diablo, el mismo sábado le dije que no podía dejar que los del taller le hayan hecho el favorcito, porque es como cuando el paracaidista va a saltar: cada uno empaca su paracaídas. Para suerte, y porque Dios es bueno con mi compadre, tuvo esa oportunidad y lo solucionó a tiempo. Pero ya eran 6.15, los profesionales salían a las 6.25 y nosotros 7am sharp!

El clima bastante frío. Hacía menos de 50 grados y un viento fuerte soplaba junto al lago. Cielos relativamente claros, pocas nubes, parecía que no llovería en algunas horas al menos. El pronóstico de la noche del sábado decía PM Showers, lo cual parecería que se cumpliría. Esto era vital para que no tengamos que pedalear esa ruta de bicicleta con agua!
Todavía tenía que ir a dejar mis fundas de special needs bike, donde dejé unos termos con mis mezclas de liquid food, y entrar a la playa, junto a 2300 triatletas que estaríamos en pocos minutos más, cada uno con una de sus diferentes 2300 propias razones y motivaciones de llevar adelante este sueño, este reto supra humano. Esto que TODOS lo podemos hacer. Solo basta con querer hacerlo, pero quererlo de verdad…

Paola y Adrianne preocupadas y angustiadas porque no aparecía mi compadre, concluimos que ya debe estar en camino, que seguro en medio de todo el gentío ahí estaba. Entro a la playa, y entre la multitud, me acerco al agua. Y en exactamente ese lugar, estaba mi compadrazo. Sin la menor idea de que tenía angustiadas a las ñoras, y yo un poco cabreado por su falta de comunicación, pero ahí estabamos, 6.45, a 15 minutos de comenzar… La playa se extendía unos 100 metros de ancho, y la gente hacía unas 20 filas hacia atrás… yo estaba cerca del agua, como en fila 3. Faltaban 2 minutos. Un abrazo de buena suerte con mi compadre, realmente transmitiéndole las mejores energías para este largo día que nos esperaba. El himno a los Estados Unidos, que lo canté todos los lunes desde primer grado hasta sexto curso en mi Colegio Americano, y que nos lo sabemos de memoria, más que muchos americanos, jeje… y BOOM, el cañonazo!... comenzó el baile.

Con tres Ironman bajo el cinturón, ya SABIA que los primeros 5-10 minutos iban a ser brutales. Es que no puede ser de otra forma, simple concepto de geometria, cuando tienes 2300 personas apuntando a un mismo sitio –la primera boya de viraje 800 metros más lejos, aun cuando es lógico que la gente va a ir tomando su espacio según su capacidad de nado, es decir se va descongestionando la multitud. Pero aún así, la gente estuvo más ‘agresiva’ que lo normal. Más patadas, codazos, empujones, jalones que de costumbre. Que diablos pasaba…! Y encima, negociar con el oleaje, que estaba fuerte. La primera de 2 vueltas estuvo más lenta que lo normal pero por poco, así que supuse que la 2da vuelta, con menos gente alrededor, ya sin la partida, sería más fácil, y podría recuperar algo de tiempo vs mi estimado. Si, menos gente. Pero aumentó el viento y se levantaban unas olitas que me hicieron tragar medio lago… oh, oh… el día se venía complicadito, ese viento estaría en todo lado. Y frío encima.

Salí con al menos 7 minutos de rezago de mi tiempo estimado del agua, y menos desgastado de lo que hubiera querido. Durante la transición apurada, comentábamos con un triatleta, que el también estuvo off unos 8 minutos, por lo movido del agua, y la patadiza de la gente. Tenía que ponerme mangas para los 180 km, y entre toda la cuestión, me olvidé de ponerme el cinturón del número… casi causal de descalificación, pero me di cuenta en el km 3 me parece, osea… tarde. La primera vuelta de la bici, relativamente bien. Hice un recuento de lo que Michael Lovato, uno de los pros que dio una charla el día anterior, recomendaba… guardar piernas. No sirve de nada atacar cada loma, porque eventualmente te queda menos en esa cuenta de ahorros llamada PIERNAS. Y así hicimos casi todos, cada uno de los que íbamos en una especie de tren, dejando 4 bicicletas de luz entre una y otra, para evitar ser penalizados por DRAFTING, con 4 minutos en uno de los penalty tents.

Creo que fallé un poco en la nutrición. Si bien estuve comiendo mis gels a cada hora, así como las pastillas de electrolitos, los sorbitos de Nuun, otro efervescente de electrolitos que tenía en una de mis tres botellas, debí haberme acabado las otras 2 que tenían liquid food, mis mezclas patentadas y que no puedo revelarlas sin tener luego que matarlos a todos… jeje. Debí haberme acabado las 3 botellas antes de llegar a los 10km entrada la 2da vuelta, osea km 100 mas o menos, donde tomaba las nuevas botellas que había dejado en special needs.

La segunda vuelta fue más dura. No fue mi día de bici. El tiempo proyectado luego de la 1ra vuelta estaba como en 5h40, no tan malo tomando en cuenta estas condiciones de pista, pero totalmente distantes a las 5h12 que pocas semanas atrás logré en una contrareloj de prueba, via a la Costa, que mandaba mi programa de entrenamiento. Los segundos 90km en la bicicleta fueron, como dice mi Papi, una Ley de Newton, la ley de la conservación de energía, jeje.!
Por ahí nos cruzábamos con el compadre, y siempre sonreíamos. Yo con el objetivo de que esa energía que te da el sonreír a alguien y recibir una sonrisa de vuelta me ayude en esta estupidez de esfuerzo que hacía. Yo siento que mi compadre me sonreía diciendo “riete nomás cojudo, que luego conversamos por haber escogido esta brillante carrera, como que no hubiera unas más facilitas“, jajaja.

Ahora, a media vía de la 2da vuelta, solo quería bajar las 6 horas. Es una carrera tan larga, con tantos imponderables, tantos factores que inciden en todo, desde una llanta baja, hasta que te caiga mal algo al estómago, un accidente, el clima, la ruta, o simplemente te sientas un poco off, como creo que me pasó a mi ayer en la bici. Creo que la convulsión del agua, más lo duro de la 1ra vuelta, mermaron mucho mi performance pero no mis ganas. Seguían inviolables mi objetivo, mi línea de meta, mi cumbre!

Y aún así se me hizo durísimo!... llegué como en 5h58, apenas un poco más de 30kph de promedio, algo que tenía como plan de contingencia, y lo logré. Pero no me sentía muy fuerte. Estaba medio mareado, como débil, algo no estaba bien. Así que entré a transición, me senté y comencé a sacarme lo de la bici y ponerme lo del atletismo. SOLAMANTE me faltaba una maratón… Si, correr del Quinche a Quito, o de Cerecita a Guayaquil.

Tuve varios planes B. Unos inclusive prohibidos de publicar, jeje. Pero NINGUNO contemplaba algo distinto a cruzar la meta! Esto había que terminarlo en el tiempo que sea. Mi objetivo en Guayaquil fue bajar mi mejor tiempo de 10h36 que logré en Ironman Arizona en el 2006. Pero todas estas carreras son distintas entre sí, y tienen factores como el tema de la dificultad en el lago, y la ruta de la bici que las vuelven difíciles de comparar. Y el comodín más crítico es la ruta de bicicleta.

Pero comencé a correr y me sentí bien, fluía. Claro, la memoria muscular y el baúl de los recuerdos rescata que esta sería mi 16ava vez en mi vida que corro 42.2km. Doce maratones, más la maratón de cada uno de los Ironman. Como la mente es la que manda, me fui por ahí. Y comenzó. OK, faltan 2 veces 21 km, esa era la más facil, ya que igual eran 2 vueltas. Paola y Adrianne me gritaron y saludé de vuelta. En la primera estación de abasto, hay 1 cada milla, paré y me comí unas galletas de chocolate chip que estuvieron deliciosas. Luego de tanto gatorade, recovery drink, gels, ya estaba HARTO de esa vaina, así que durante toda la maratón me comí pretzels, Chicken broth, cola, y galletas. El cuerpo pide sal…

Durante la primera vuelta no vi a mi compadre, y me preocupé… pensé que quizás tuvo un problema con su llanta en la 2da vuelta de bici, o que le pasó algo más… peor cuando no vi a las esposas en la 2da vuelta mía de correr. Pero al entrar a la 2da vuelta, me cruzo con mi compadre, y nos manoteamos un merecido high-five… balbuceé algo como “duro, no?!?!?!?“, y vi que esta conversación tendría continuación. Conclusión del tema, Petete escoge la próxima carrera. Mi condición hasta ahora es que no busco las “faciles“ (como que algún Ironman lo fuera), refiriéndome a que sean flat y rápidas. Busco hacer uno distinto cada vez, acumular lugares, experiencias, rutas, momentos, retos, soluciones, sensaciones, lecciones de vida, crecer como deportista y como ser humano. En resumidas cuentas, divertirme.

Comenzó a llover… solo eso faltaba. El frío estaba brutal, y salí de la transición con una camiseta de manga larga que por suerte previne y dejé el día anterior en mi funda de bike to run. Ya faltaba poco. En mi cálculo mental, eran 4 km… una vuelta a los Ceibos desde mi casa, como cuando nos tocaba salir a aflojar… no faltaba nada!

Recta final… ya vi la llegada, y un par de heróicos me pasaron picando para llegar 5 segundos más rápido en esos últimos 300 metros que faltaban. Bien por ellos pensé… es su carrera, esta es la mía! Tantas cosas que pensé durante estas 11h29 minutos… el objetivo faltando 10km fue bajar 11h30… por qué?... no se, para tener algún nuevo objetivo en mente… eso es todo… y lo logré! Jeje!

Gustavito, Santiago, Sergio, siempre estuvieron conmigo. El Gusi a las 4am me prometió mandarme todas sus buena energías, y lo cumplió!... porque lo sentí, y las energías se sienten. Sentí muchas buenas vibras de gente que me quiere, de mi Papi, mi Mami, y mis ñaños, mis suegros, y obvio de Paola que me gritaba cada vez que me veía. Hicieron un super trabajo de seguimiento, con una paciencia bestial para estar esperando a que pasemos…

Alguien me preguntó qué sientes luego de un Ironman… yo siento que crecí como persona, definitivamente. Si bien es glamoroso, llama la atención el ser un Ironman, esto va mucho más allá del logo M-dot que por cierto es sexy, jeje… Siento la responsabilidad de cada día tratar de ser mejor en todo lo que hago. De contagiar de una vida sana a los que están cerca de mí, a mi familia, a mis amigos. A transmitir con el ejemplo que las cosas que se quedan y que marcan una huella toman mucho, muchísimo esfuerzo, que nada de lo que verdaderamente importa es fácil en la vida. Que no hay reto que alguien no pueda cumplir, siento que tengo esa responsabilidad. Haber terminado un 4to Ironman agrega a mi closet una medalla más, super linda por cierto; pero también la responsabilidad de ser mejor. Y esto es lo difícil.

Todos debemos tratar de ser mejores. Todos podemos tratar de ser mejores… y para los que les interesa? Todos puede ser Ironman. La receta es simple. Cuán intenso lo quieres?... y finalmente… de qué está hecha tu esencia? Respondidas esas preguntas, nos damos cuenta de que TODOS podemos, y hacer honor al slogan de la carrera: Anything is Possible.
Mucha gente cercana, familia, amigos merecen mi agradecimiento y buenas energías. Todos siempre preocupados por nuestra carrera. Y a Petete, mi compadre, gracias por esos 6 meses de entrenamiento contra viento, marea, lesiones, viajes de trabajo… Y a mis chiquitos, Gusi, Santi y Sergio que todavía no comprenden en su totalidad pero espero que algún día me acompañen –o yo a ellos- en cruzar una línea de meta!

Siempre pensé en mi Papi y en mi Abuelito Rodrigo, que nos dejó hace pocos meses, pero que ha sido ejemplo y motor de mi vida. El sufría de solo pensar que su nieto mayor esté metido en una burrada de estas… y mi Papi sufre hasta que salga del agua, jaja… ya luego no le importa lo que haga. Feliz Dia del Padre a todos, esta fue por todos ustedes!
Y Gracias Paola, una vez más, por tener que aguantar mi locura. TQM.
Eso es lo que siento ahorita… y muchas cosas más.

Gus

Ironman Wisconsin 2007


IRONMAN WISCONSIN

9 de septiembre del 2007

Nos despedimos de mi Papi que se quedó arriba en el parque de bicicletas, y bajamos la espiral... estábamos tarde... no había mucho tiempo ya, miré mi reloj y leí 6.53 pero sabía que estaba atrasado 2 minutos contra el reloj oficial de la competencia, nos quedaban tan solo 5 minutos para ubicarnos en el agua hasta la salida del cañón, ya abajo logré ver a Paola y Adrianne al otro lado de la valla, imposible acercarse a despedirnos, tan solo un nos vemos pronto, con la mano, regresé a ver, Lorena tranquila me pareció, igual Petete, la Polly lloraba... creo que acertadamente –porque me lo confirmó luego- le dije “está bien Polly, solo utiliza esto a tu favor”... me despedí rápido y comencé a sacar ventaja de mi tamaño frente a tanto gringo gigante y ordenado que pacientemente se ubicaba en esta masa humana que tenía que estrecharse para pasar por dentro del arco de inicio, pisar la alfombra y activar el chip para poder competir, antes de entrar al lago Monona... medí metros, segundos, y sabía que no iba a alcanzar... me comencé a escabullir entre las masas, sentí que Petete me quiso seguir, pero se atrancó, yo llegué al agua a las 6.58 tiempo oficial porque regresé a ver el reloj, tuve 2 minutos para flotar un poco boca arriba, tratar de relajarme un poco, nada de calentamiento, no hubo tiempo, mala estrategia, debíamos haber bajado mucho antes, no importa, ya estamos aquí... ya estoy aquí, no sé donde están mis amigos, la carrera es individual, se acabó el trabajo en equipo, el apoyo en los largos entrenamientos, ahora estamos a merced de la naturaleza de esta competencia: es un viaje individual... me ubiqué en la primera fila pero demasiado cerca al borde externo, lejos de las boyas, ya no podía hacer nada, tuve que nadar más metros de los que debía... ya no quedaba tiempo... para esto es lo que habíamos entrenado con tanto esfuerzo y sacrificio desde el 26 de marzo, muchas cosas pasaron por mi mente, ninguna se quedó... pasa todo muy rápido, me acordé que en los Ironman, al igual que todo lo bueno de la vida que dura poco, el tiempo pasa demasiado rápido, y bastaba que llegue el momento del cañonazo –aquel momento que con naturaleza de ser humano casi no queremos que llegue, sentimientos mezclados- el día se acabaría en un abrir y cerrar de ojos...


El agua siempre es cuando más se trepa el ritmo cardíaco. No es casualidad. Es lo primero que hace el triatleta en su jornada. Es un medio extraño para el ser humano, somos terrestres, no acuáticos... por eso el entrenamiento de agua es tan importante. No para bajar 5 minutos que sería lo que diferencia a un super buen nadador, de un buen nadador, sino para poder manejar este estrés inicial de mejor forma gracias a haber cumplido con las sesiones de entrenamiento de 3000+ metros. La marea humana tiende hacia las esquinas del trazado rectangular de la pista de natación, y tratando de bajar por la hipotenusa del triángulo es cuando más problemas de contacto y golpes hay, porque confluimos los que venimos de afuera, los que vienen del medio y los que están adentro. Todos apuntando a una boya de viraje.


Logré mirar mi reloj, pulsaba 167. Alto, pero ya sabía, había sido el común denominador en mis dos Ironman anteriores, ya se pondría todo mejor. Los malos pensamientos se cruzan por la mente, inclusive cuando uno ya ha tenido experiencias varias, siempre hay que pelear contra el diablito que prefiere estar tranquilo en tierra firme, y no en medio de esa masa humana, hombres y mujeres por igual, todos agresivos, asustados, incómodos, apurados, a la defensiva, dispuestos a darte un manotazo si te cruzas por su camino, o patear más duro de lo normal por reflejo instintivo si le tocas los pies por detrás, a riesgo de que con esa patada puedas perder los lentes. Es normal, es parte de la carrera, todos nos comportamos de esa forma, nadie lo hace con maldad, pero no hay como detenerse a disculparse, bajar el ritmo, no se puede... te atropella la estampida de brazos, hombros, cabezas, piernas, todos en trajes negros de neopreno, sin rostro, solo gorros de colores y ojos detrás de plásticos, con el único objetivo de llegar al mismo punto de donde comenzamos... parecería ilógico, no?... por qué entonces no nos quedamos donde estábamos, tan tranquilos?... eso es el Ironman, no admite explicaciones.


Nunca se abrió el pelotón. Estuvo siempre muy pegado, o para mala suerte mía, estuve entre gente de mi misma velocidad, por lo que nunca estuve solo, para desarrollar algo de estilo, para deslizarme un poco más, para bajar mi ritmo cardíaco. Di la primera vuelta, traté de utilizar una técnica que Ricardo, nuestro amigo venezolano, me sugirió la noche anterior. No dio buenos resultados, porque luego supe que la había hecho mal. Se propone dar 3-4 brazadas cortas de pecho, con patada de mariposa justo al virar para avanzar sin tener que detenerse... abrí mucho los brazos y sin querer lógicamente pegué un par de golpetazos en la cabeza a dos gringos que venían a mis lados... mejor no intentar nada nuevo, así pensé. No mucho después, ya en la segunda vuelta, seguramente comenzamos a pasar a los rezagados, y lógicamente me le fui encima a algún gringote que coincidió que pateó justo cuando yo pasaba, y gracias a que estuve con los lentes debajo del gorro, no los perdí, pero si me los sacó de su lugar... tuve que flotar boca arriba un par de segundos para acomodarlos. Ahora que recién me acuerdo de esto, me toqué la cavidad del ojo y tengo dolor, fue un buen patazo el que recibí.


Mi tiempo de agua se subió un minuto de las dos carreras anteriores. No estuvo mal para tanto golpe en el agua. Ya en la T1, escuché a un gringo que se cambiaba y decía “I think I am going to press charges for battery”, jeje... dijo que iba a hacer una denuncia por agresión, la verdad estuvo fuerte.


Comenzó la bicicleta luego de una transición bien larga, hubo que correr la espiral hacia arriba, coger la bicicleta y salir bajando tres pisos de espiral por el otro lado del edificio, de Monona Terrace, un centro de convenciones muy moderno donde fue el centro de la organización de la carrera. Hubo un par de tramos marcados como “NO PASSING ZONES”, uno bajando la espiral, y otro bajo unos pasos a desnivel muy estrechos como a 1 milla de recorrido. Luego de eso, se pudo poner un buen paso de ida. La ruta eran 16 millas hacia Verona, luego 2 vueltas de 40 millas cada una, y 16 millas de regreso, para totalizar las 112millas –o 180 km del recorrido de bicicleta. El tramo de salida, de 16 millas estuvo bastante bien, pude mantener un promedio de unos 32.8 al conectar con el “loop” de 40 millas... supuse que no habría problema en mantener estos promedios, y apuntar a un total de 5h30 en el total de la ruta. Ahí comencé a conocer la verdad de la milanesa. El tramo de 16 millas de salida tenía algunas lomas (rolling hills), pero me sentía fuerte, me sentía bien. Luego pude comprobar que definitivamente tenía viento a favor. Al entrar al primer loop, comenzaron las lomas. El día anterior se hablaba de que la ruta de bicicleta era muy ‘técnica’, lo cual no lo supe digerir hasta que la experiencia misma me obligó. El tecnicismo de la ruta consistió básicamente en una serie innumerable de veces que estuve obligado a poner plato chico en la catalina para suavizar la relación de los cambios, inmediatamente regresar al plato grande en todos los ‘rollers’ donde había que aprovechar al máximo la bajada, a toda velocidad, para tener que esforzarse lo menos posible en la loma de al frente, en poder subir lo más eficientemente posible lomas largas en curva, otras lomas empinadas con virajes de 90 grados hacia la derecha con una loma aún más empinada, y bajadas casi en vertical, donde marcó la máxima velocidad de mi Garmin 68 kph, pero que a media bajada se leían letreros de “BIKE SLOW DOWN NOW” porque casi de inmediato había que virar en 90 grados hacia algún lado, obligándote a frenar brutalmente, a riesgo de terminar en los arbustos, junto a las vaquitas que dan los mejores quesos de la zona.


A la mitad de la primera vuelta, pregunté a un competidor que lo tenía cerca que cuándo vienen las lomas fuertes, a lo que me respondió que las lomas están en todo lado!... y era verdad. Pero a eso del km 60 recordé que el entorno se parecía al video de SimplyStu, donde habíamos visto el recorrido de la ruta de bicicleta, donde llegaba una de las lomas largas y curvilíneas. Subí la loma muy bien, pasé a mucha gente que me había pasado en los kilómetros anteriores, sentado atrás en el sillín, manos en la barra, como ciclista rutero, acordándome de los trepadores del Tour. Llegué arriba luego de como 2 km de subida, larga estuvo. Vinieron un par de bajadas fuertes, y luego más subidas, pero la que más me impresionó fue una que parecía el Tour de Francia. Gente haciendo caminito estrecho en la carretera, porque los ciclistas pasabamos lento y uno por uno, sosteniendo una velocidad suficientemente en movimiento como para evitar caernos de lado, simplemente logrando mantener el equilibrio- fuertísimo... las piernas todavía estaban enteras, pero faltaba terminar este loop y otro más enterito.


Cogí mi funda de Special Needs donde tenía una botella adicional de comida líquida (400 calorías de carbohidratos y proteína), buena decisión haber usado esta ayuda para llevar menos peso. La velocidad promedio estaba por alrededor de los 31.8 kph... no estaba mal, pero pensé “si logro mantener este promedio, luego al regreso podré mejorar porque la ruta estuvo más suave”... la segunda vuelta estuvo durísima, las piernas ya agotadas, llenos de sangre los músculos, el viento comenzó a soplar más fuerte, se lo sentía agresivo al invisible enemigo del ciclista. Ya sabía qué esperar y donde en la segunda vuelta, así que eso estuvo mejor, pero ya el cuerpo estaba cansado. Recordé haber leído sobre una ruta de bicicleta “extremely hilly”, en otro lugar “significantly technical and difficult”, y finalmente hablaban de “the leg breaking hills of Wisconsin”... todo esto es verdad, no tengo nada que objetar, pensé!... el promedio se caía a 31 kph, era difícil sostenerlo más. Terminé el segundo loop muy cansado, golpeadísimo, habiendo vencido con la mente los calambres brutales que se venían al extremo inferior del cuádriceps, los aductores, y las pantorrillas. Todos los músculos de las piernas habían sufrido un terrible e inesperado embiste. Pensé que el regreso sería más fácil y recuperador. Me equivoqué diametralmente. Los últimos 25 km (de la loma del 30 hasta mi casa en Guayaquil pensé), fueron brutales, peleando viento en contra toda la ruta, y con unos rollers que ya no los necesitaba. Cuidé mucho de mantener una cadencia de 90 rpm para por lo menos llegar con rotación y no tan cargado. Fue un asunto de orgullo seguir pedaleando con fuerza (hey, no es esto finalmente un Ironman?), para lograr bajar las 6 horas, y tener un promedio mayor a 30 kph. Terminé la bicicleta en 5h55m, pero terriblemente estropeado, había sido duramente maltratado por las legendarias y famosas Lomas Rompepiernas de Wisconsin.


Entregué la bicicleta luego de hacer maromas para subir la espiral de 3 pisos hasta el parque de bicicletas, y me bajé adolorido. Pensé: “cómo voy a correr una maratón si ni siquiera puedo caminar?”. Cogí mi funda de zapatos, me senté para cambiarme de número, de medias que estaban estilando de tanta agua que me eché durante la bici, en fin, una transición lenta como ya es habitual en mi. A la salida de T2, luego de una breve puesta de bloqueador en los hombros, comienza la ruta de corrida... Mi Garmin me pitó “LOW BATTERY”, así que ya no pude usarlo durante la carrera. Hmm, pensé que sería bueno replantear objetivos. Ya el tiempo de bicicleta estuvo fuera de pronóstico por al menos 20 minutos, y estaba realmente adolorido. Decidí entrar en el modo “vamos a divertirnos”... Sabía que pronto encontraría a Paola, Adrianne y mi Papi, así que me quité el Garmin de la muñeca, para entregárselo a alguien de ellos, ya que tampoco iba a llevar peso muerto. Me acordé de mis días de maratonista hace ya algunos años, donde no sabíamos a qué velocidad corríamos sino solamente al llegar a las marcas de milla y calcular, sumar, restar... eso iba a estar interesante, tener que jugar con números. Pensé que la tecnología nos vuelve vagos mentalmente, y hasta me alegré que se haya acabado la batería de mi GPS, herramienta espectacular que mide el desplazamiento, calcula velocidades promedio y real, en base a triangulación satelital.

Vi a mi Papi como en la milla 1.5, y escuché gritos de Paola y Adrianne seguramente, pero no las vi. Mi Papi corrió conmigo unos 500 metros, donde algo le pude decir acerca de lo duro de la ruta de bicicleta, le entregué el Garmin, y recibí de su parte la motivación usual de que “me veía bien, me sentía bien”... chuta, pensé... creo que mi Papi está “ciego e insensible”... Estaba realmente golpeado.


Me tomó unas 3 millas encontrar un paso ya asentado, donde el cuerpo ajusta la transición de ciclismo a atletismo, cambiando la utilización de los músculos para cada uno de estos deportes. El ritmo cardíaco estaba super bien, en los 150-155, en mi zona 2 de entrenamiento. Esto ocurre porque el cuerpo ya está tan cansado, tan estropeado, que el ritmo cardíaco hace un plateau llamado cardiac drift, y no puede subir más, pero tampoco te va a dar más tan fácilmente, ya que la limitación en este punto no es cardíaca, es físiológica, son los pistones del motor los que ya no pueden ir más rápido.


La estrategia de que nuestro grupo de soporte nos vea en varios puntos de la carrera fue muy buena... recibimos varias veces el apoyo y motivación de Paola y Adrianne, y de mi Papi, en los distintos puntos, en el km 2, km 10, km 23, y el km 31, y luego ya en la llegada. Fueron dos vueltas de 21 kilómetros, y alrededor del km 9 y 30 teníamos que subir una loma a un observatorio, donde casi todo el mundo caminó. Tuve que cavar bien adentro de mi baúl de recuerdos y encontré mi orgullo de corredor, con el que me vestí y corrí cada uno de las lomas, aun cuando el ritmo no fue muy rápido, pero nunca dejé de correr mis 42.2 km de maratón.


El cuerpo humano es increíble, y el poder de la mente aún más. Cuando en un tramo de tierra compactada de una milla de largo aproximadamente, ví la marca de 20 millas, faltaban solo 6.2, o sea, una carrera de 10k. Sentí lo que vulgarmente se dice un “segundo aire” y mejoré mi paso sustancialmente. Pude correr los 10k en muy buen tiempo, mejorando mi paso promedio sustancialmente, pasando gente de manera singular, y a decir por mi ritmo cardíaco, subió sustancialmente casi al borde del umbral de lactato y más, pero ya no faltaba nada, estaba rumbo a mi tercera línea de llegada de Ironman, y eso es algo que no tiene precio. Lo iba a dejar todo en la pista!... lo estaba haciendo. Los últimos 5k los corrí con mi hijo Gusi en mi mente, en los 5k que corrimos en Samborondon, sus primeros a los 10 años! Me ayudó muchísimo; había sido un día muy largo, eran pasadas las 5.45pm, pero ya no era posible romper las 11 horas, tuve que disfrutar mi paso, que ya se había convertido en cómodo, de aproximadamente 7.50 minutos por milla, lo cual estuvo muy bien para ese momento en el día –de hecho, estuvo fantástico.


Vi el capitolio, faltaba poquisimo, menos de milla y media. No bajé mi paso, y pasé por la marca de la milla 25, 8.05 fue el tiempo. Sentía que volaba. Triatlón es un deporte totalmente distinto a la maratón, impresionante, incomparable aun en los tiempos por milla, no se puede mantener la misma velocidad, jeje... era absurda mi felicidad. Faltando 800 metros vi a mi Papi con su chompita negra y sus shorts de corredor, esperándome más feliz que yo... corrió junto a mi unos 500 metros, yo iba acelerando en unas lomitas pequeñas que faltaban alrededor del capitolio, la llegada era por el otro extremo del parque. Mi papi se comenzó a quedar y le hice señas de que se pegue, no me entendió, pensó que le estaba diciendo “ya ándate”, jaja... que pena, podríamos haber llegado juntos, pero para ese entonces no tenía más energía que para mantener el paso y llegar. La última curva y 100 metros hasta el reloj de llegada, volví a escuchar los gritos de Paola, y nuevamente no la vi. Difícil entre tanta gente, muchísima bulla, alcancé a escuchar “... and now from ECUADOR, here comes Gustavo Darquea... YOU ARE AN IRONMAN”... palabras precisas y finales para tremendo día!. Llegué en 11h08m.


Luego llegó Ricardo en 11h20. Llegaron Andrés (Petete) en 11h50, la Polly en 12h33, excelente performance para su primer Ironman. Lorena en 12h48. Todos muy bien y contentos, aunque Lorena llegó con un desfase de sodio medio de cuidado, habiendo pinchado llanta en la bici también -pero que finalmente se lo compensó con un tubo nuevo y suero intravenoso. Así pasa, es un día muy largo, y muchos imponderables.


Un mes atrás tuvimos un taller de motivación con mi Papi. Su misión en la vida es motivar a la gente que le rodea, y ahora lo hace por negocio, y considero al igual que muchísimos otros, que es uno de los mejores del país, y Latinoamérica. Todavía hay mucho que cosechar, dirigiendo bien esos esfuerzos hacia otras necesidades. Mi Papi tiene una gran habilidad de mover corazones y mentes. El día anterior a la carrera, tuvimos nuestra última sesión de motivación, donde tuvimos que escribir el Quién Soy, y el Cuál es mi Misión en la Vida. Nadie quiso compartir lo suyo con el grupo. Yo lo haría luego del Ironman, y aquí va mi quién soy:


Soy energía, más positiva que negativa, convencido de que hay solo una vida, y que por ello hay que vivir cada día al máximo posible, logrando cada día influir positivamente en la vida de otra persona.


Hace pocos días también, en este proceso de descanso físico previo a las carreras, pero intenso trabajo mental de preparación, visualización positiva de la carrera, se me ocurrió también una frase que creo que resume muy bien lo que acabamos de lograr:


El IRONMAN no es ni un deporte ni un hobby - es un compromiso de por vida a la excelencia y el liderazgo


Y creo que todos quienes logramos cruzar la línea de meta tenemos ese compromiso. Por supuesto, gracias al apoyo de nuestras familias, de quienes nos rodean, de quienes están forzados a entender un estilo de vida distinto, no-tradicional, que hasta podría ser visto como egoísta, pero que finalmente lo que hace es crecernos como seres humanos, a cambio del compromiso de tratar –asimismo incansablemente, de ser mejores hijos, padres, hermanos, amigos, parejas, jefes, empleados, atletas...


Salud a todos!!


Gus

martes, 29 de septiembre de 2009

Ironman Florida 2004


IRONMAN FLORIDA – Un recuento

6 de noviembre del 2004

PANAMA CITY BEACH, FLORIDA

La vida es un equilibrio. Todo se mueve en completa sintonía y sincronía, y los ciclos de la vida se cumplen.


La semana comenzó muy temprano… un feriado inesperado de cinco días en Guayaquil, donde pudimos entrenar sin mucha presión los días de ansiedad previos a una competencia tan desconocida.


El viaje estuvo bastante bien, salvo un par de sobresaltos atípicos. El primero ocurrió al estar sentados en la puerta D34 en el aeropuerto de Miami, esperando conexión a Atlanta y luego a Panama City. Por estar entretenidos en la conversación, se cerró el vuelo en la puerta D33, a pocos metros de nuestro lugar de tertulia. Aparentemente cambiaron de puerta el vuelo pero nunca oimos los anuncios. Paola, Lorena y yo no pudimos esgrimir argumento alguno que logre convencer a las personas del counter. La manga de acceso al avión se había retirado, la puerta del avión se había cerrado, no había nada que hacer... Nuestras bicicletas, las maletas y demás, estaban en el avión. Era un vuelo de las 6pm, conectando el último vuelo a Panama City desde Atlanta; toda una novatada. Estábamos parados frente a un descalabro logístico en medio de una impotencia total.


Para una travesía tan larga - 3,800 metros en el agua, 180 kilómetros en bicicleta, y 42.2 de atletismo - la preparación mental y física debe comenzar con muchas semanas de anticipación. Había entrenado un total aproximado de trescientos treinta y cinco horas en veinticuatro semanas. Medio año de entrenamiento físico y mental con miras a un gran día. Creo que lo que nos diferencia a algunos deportistas de otros es la capacidad de definir que el placer está en el viaje y no solamente en el destino. Si un deportista no disfruta del entrenamiento puede encontrarse con una gran decepción luego de una competencia que no cumplió sus expectativas. Fueron madrugadas de mucho sacrificio, cinco y media la hora de inicio de las jornadas ciclísticas y de atletismo. Tres días a la semana, almuerzos de barras de energía y proteína en el carro, tras sesiones de una hora y más de natación, y fines de semana de bricks o bloques de ciclismo y atletismo que llegaron a ser de hasta siete horas en la bicicleta y luego bajarse a correr una hora. Fueron muchas botellas de agua, Gatorade, mezclas de proteína, latas de atún, multivitamínicos, pastillas de vitamina C, incontables noches que debían comenzar más temprano pero que siempre fueron cortas. Se hizo un excelente trabajo de entrenamiento. Mentalmente estaba fuerte. Físicamente había hecho las tareas.


Gracias a un pasajero que quizo bajarse del avión por una aparente demora esperada en el decolaje que lo haría perder una conexión, nos dijeron las personas del counter que creían poder ayudarnos. Fue obra Divina. El avión abrió sus puertas y se maniobró la manga de acceso con nosotros a bordo para saltar al avión y escuchar a la azafata decirnos que nos sentemos donde queramos. Fue una suerte única.


En Panama City llegamos a un hotel a cinco millas del centro de actividades, de donde iba a partir la carrera en pocos días más. Llegamos miércoles tarde en la noche. Siguiente sobresalto ocurrió cuando llegamos a Atlanta y conectamos hacia Panama City en Delta airlines. Era un avión bi-motor, de hélice, lleno de triatletas. Todos ibamos rumbo al Ironman. De repente, pude ver por la ventana del avión alrededor de doce cajas de bicicletas alineadas junto al avión. Las posibilidades que se embarquen en ese vuelo eran pocas o nulas. No llegaron las bicicletas sino hasta el día siguiente, que nos las dejaron en el hotel.


Andrea Cartagena Flores y en algún lugar de su genealogía... Arroyo del Río... es como nos dijo mi mami Andreita que se llamaba. Hija de un buen hombre y una buena mujer, muy pobres, que vivieron en Cayambe. Hermana casi última de un número de hermanos mayor al que las posibilidades debían alcanzar, la Andreita fue a vivir con la señora Abigaíl, quien la crió desde muy temprana edad. Seguramente -no tengo muy clara la película, la Andreita debe haber trabajado para ella, y siempre se expresa con gratitud acerca de su niñez. Quedó huérfana pronto... la señora Abigaíl no “le enseño la letra”... mi mami Andreita es la analfabeta más culta y letrada del mundo.


También es la mujer más buena del mundo. Chiquita de tamaño, pero inmensa de corazón, Andreita ha estado junto a mi desde que nací, y por lo tanto la conozco más de treinta y tres años, de los cuales guardo siempre los mejores recuerdos. Inclusive cuando nos decía a mi hermano Diego y a mi que la íbamos “a matar de colerín” y terminaba llorando de tantas malacrianzas nuestras, propias de una niñez sana. Somos su familia, somos sus hijos. Por más que a veces no parezca, ha sido compañera fiel e incondicional de mi mami. Han estado juntas en las buenas, y en las no tan buenas... ha sufrido el divorcio, la ida a estudiar de los hijos, ha celebrado los logros, los títulos universitarios, los noviazgos, los matrimonios, y los nietos, como una más de la familia. En mi familia siempre hubo dos mamás... la mami María, y la mami Andreita -quizás por eso fue más fácil que en otros casos cuando mi padre se fue de la casa en el verano de 1990, en Washington. Ahí también estuvo la Andreita.


Debíamos entrenar algo... pasó el día demasiado rápido. Fuimos con Esteban a recorrer parte de la ruta de bicicleta, y nos apuramos a inscribirnos. Finalmente cedí ante la sesuda y lógica recomendación de Paola y Lorena de alquilar un carro porque de otra forma la movilización local hubiera sido simplemente absurda. Lo hicimos. Esto ya era jueves, 4 pm. Había fluido alguna dosis innecesaria de preocupación y estrés hasta ver las cajas y poder armar los caballitos de ruedas. Todo llegó bien, excepto un par de piezas que al armarlas en mi bicicleta me di cuenta que necesitaban cambio urgente. Primero, el perno de seguridad del poste estaba aislado, y no podía ajustarlo más... había como girarlo para sacarlo, pero una vez afuera el perno, era imposible volverlo a enroscar. No estaba seguro si estaba bien empernado. La pieza más importante de la bicicleta, la que soporta el motor, es el sillín, y en mi bicicleta el perno estaba aislado. Fuimos inmediatamente, en el carro alquilado, =), al taller de bicicletas dentro del complejo Ironman en el hotel anfitrión, Boardwalk Beach Resort. Conocí y me hice amigo con mucha facilidad, de Richie, un joven de Pittsburgh, de 26 años, considerado por muchos como el mejor mecánico de bicicletas de los Estados Unidos. Viéndolo trabajar, no estuvo muy lejos de ser verdad. Un perfeccionista al máximo, con un vaso de Sam Adams en una mano, y en la otra una venda porque se había cortado hace algunas horas, encontró algunas otras fallas que me dijo “era imposible que no me las arregle”... claro está, me facturó $5 por la mano de obra, y $10 en repuestos. Es de imaginarse que estuvimos conversando como 2 horas en un ambiente de camaradería agradable. Aprendí mucho de su destreza y algunos tips me sirvieron para la carrera dos días después.


Minutos después salimos en busca de un Publix, supermercado para comprar yogures, bagels, algo de fruta, leche, jugo, etc., para tener en el hotel. Paola preguntó a un lugareño donde quedaba el Publix, y al hacer un viraje forzado a la izquierda infringí la ley, justo en las narices de un policía. Solo porque el de arriba ya estaba pendiente de nosotros luego de las dos metidas de pata anteriores, logramos que el policía me deje ir, y deje de pensar que tenía que ir a la cárcel por manejar con licencias “falsificadas”. Vio las licencias de Ecuador de Paola y Lorena y concluyó que era posible que sean verdaderas, pero su impotencia de no poder darme una multa seguramente lo aturdía... una más de la que nos salvamos.


Me parece que fue en enero o febrero de este año, 2004. La llamada fue de mi ñaña Sole. Andreita tuvo que ser internada en el hospital porque tenía un dolor muy fuerte en su espalda. Los exámenes clínicos y químicos, análisis, radiografías, y demás, señalaron lo peor: un tumor grande en uno de los pulmones. Es un cancer en etapa avanzada. Fue devastador, y me acuerdo estar en mi oficina, sentado, mirando la pared detrás de mi pantalla de computador, con los ojos mojados. Se nos va la Andreita.


El viernes salimos con Esteban y Lorena a nadar, pedalear y correr un poco. Una mini-triatlón para asegurarnos que las piezas de la bicicleta, así como las de carne y hueso, estén funcionando como debían. El agua estaba terriblemente movida. Olas de 4 pies no estaban en los planes ni en la descripción de la carrera en el internet... ¡Devuélvanme mi dinero!, pensé. Luego de la carrera supimos que un competidor fue homenajeado por tres grandes atletas que corrieron en relevo en honor a él, quien se ahogó temprano en la semana mientras entrenaba para el gran día. El día también pasó muy rápido, y recuerdo haber entregado las bicicletas y fundas de transición hasta las 4pm. Luego fuimos a comer tipo 5pm a un lugar de pasta, y al hotel. Los nervios comenzaban a invadirnos, y sentía que el tiempo se escapaba como agua entre las manos. Imposible detenerlo. Ya quería que comience todo.


No dormí muy bien la noche anterior. Estuve hasta muy tarde en mi rutina de armar los paquetitos de nutrición para la bicicleta: alrededor de 435 kilocalorías por hora, en una mezcla muy disciplinada de barras de carbohidratos, gummy bears, fruta deshidratada, gels de energía, bebida de electrolitos, mezcla de recuperación en dos botellas, pastillas de sal... siempre soy lento en esto. Una filmación mía seguramente mostraría un tipo dándose las vueltas llevando pastillitas de una en una hasta el otro lado de la habitación, pasando primero por el baño, viendo algo de televisión, en la forma más ineficiente y payasezca que alguien pudiese imaginar. Hay mucho que mejorar en este campo.


Mi ñaña Sole también es una maravilla de mujer. Desde aquella llamada telefónica de comienzos de año, ha sido ella el timonel de este viaje triste de buscar que las cosas sean más fáciles para mi mami Andreita. Sabíamos que todos teníamos que apoyar para alivianar el peso de la enfermedad en la economía de mi mami María, quién también ha sido soporte invalorable para la Andreita. Con la Sole construimos una hoja electrónica que mostraba los gastos y su financiamiento por parte de los hermanos. Pero la principal gestora de la calidad de vida de mi mami Andreita en sus últimos meses es sin duda mi ñaña Sole. Y por eso siempre tendrá una bendición de arriba. La dulzura y don de gentes, así como su sensibilidad desbordante, permitió que su empleador Banco Solidario comprenda cien por ciento la situación y pueda dedicar una importante porción de su día a preocuparse de llevar, traer, administrar el cancer de mi mami Andreita.


No quería dormirme todavía... sabía que una vez que cerrara los ojos me embarcaba en un viaje que no terminaría en muchas horas... todavía no termina el viaje. La alarma sonó a las 4:15 am, sábado 6 de noviembre. No había tiempo que perder. Nos encontraríamos a las 5am en el hotel de Esteban para ir juntos a la partida. Paola y María Meche también se quedarían con nosotros hasta que salgamos del agua y partamos en la bicicleta.


Todo pasó muy rápido. De repente me vi en mi bicicleta, en la zona de transición, poniendo mis 3,000 kilocalorías en la cajita Bento Box que va sobre el tubo superior... luego estuve parado junto a la bicicleta de Lorena junto a ella y a Esteban, y al otro lado de la barricada estaban Paola y María Meche, y recuerdo una foto que nos tomó un señor. Pronto estuve poniéndome mi wetsuit, traje de neopreno con el que se nada en aguas frías... en los altoparlantes oía que la temperatura del agua estaba en 74 grados farenheit. La zona de transición cerraba a las 6:30 am, y todos teníamos que estar fuera de ella, ya listos para la partida de los competidores élite, diez para las siete.


Mientras caminábamos hacia la playa, los pies helados por el concreto y la arena fría, vimos a Esteban que buscaba a las esposas para entregar su bolso. Dos mil ciento cincuenta competidores caminabamos hacia la zona de partida, pasábamos por el primer control electrónico de tiempo en la alfombra para activar el sensor personal, y nos ubicábamos a lo largo de la playa. Pensaba en muchas cosas, pero cada vez en menos, y sentía como mi mente lograba aislar los sonidos externos, la luz, el sol, y pude encontrar un momento de paz interior casi completa. Cerré los ojos, y recé a mi Dios... yo nunca pido nada cuando voy a competir... tan solo agradezco. Tengo el firme convencimiento de que si me comunico con mi Ser Supremo para pedir algo, debería ser por las grandes desgracias mundiales, las hambrunas, las injusticias, hijos abandonados y maltratados, drogas, y demás amenazas de la humanidad. No me parece justo pedir para que me vaya bien en una competencia. Tan solo agradecí el poder estar ahí parado, junto a toda una cantidad de gente que comulgabamos una pasión común, con un objetivo muy lejano en distancia, pero muy cercano en corazón. Como bien lo dijo una competidora luego en el video de recuento de Ironman Florida, estabamos parados frente a un spiritual journey, a un viaje espiritual. Y me di cuenta que soy un soul athlete.


La he visto poco desde comienzos de año. Me prometí organizar mi trabajo para ir a Quito al menos una vez cada mes y ver a mi mami Andreita. No lo he logrado – fracasé en esto. Me impresionó mucho ver a mi mami Andreita calva, gracias a los venenos de la quimioterapia. Ella siempre lucía un cabello negro, largo, hasta la cintura, atrenzado y con un lazo al final. Nunca nos dejaba tocar su trenza porque el pelo “era celoso” y se caía. Han sido meses de intenso entrenamiento mental y físico alimentados por el ejemplo de cómo Andreita ha tomado su enfermedad. Es impresionante la fortaleza física y espiritual de la Andre, quien ha soportado pinchazos de drenaje de agua en sus pulmones, medicinas altamente tóxicas, y seguramente dolores que en mi vida me he imaginado posibles. Esa es la verdadera prueba de fortaleza mental y física.


Cantamos el himno a los Estados Unidos. Escuché al hombre de la voz que faltaban 4 minutos para arrancar, añadiendo también que nunca había visto una partida tan ancha, ocupando tanto espacio de playa. A las 7 en punto sonó un balazo sordo y profundo, y comenzó el trote hacia el agua. Me di cuenta en ese momento, que estaba arrancando en el centro geométrico de la masa, lateralmente hablando. Es decir, seguramente había mil personas a mi izquierda y mil a mi derecha. Geométricamente voy a explicar mi problema. La masa avanza convergentemente hacia un mismo punto, la boya de viraje en un trazado rectangular en el mar del golfo, al que había que darle dos vueltas. Conforme avanza la masa la tendencia es hacia formar un triángulo pero obviamente quienes estuvimos en el centro recibimos fuerzas convergentes de los dos lados. En buen romance, era un sardinero, una matanza. Al minuto de competencia, cuando ya estuve haciendo delfines para entrar mientras había piso, recibí un puñetazo de atrás hacia delante, de un competidor de mi derecha, que me desprendió el lente derecho, con la suerte de que estuvo sostenido por el gorro de natación y no lo perdí... ajusté la tira de caucho y me lo ajusté de nuevo... fue una suerte más.


Mentalmente estuve listo para soportar diez o quince minutos de patadas, brazazos, puñetes, talonazos en la cabeza, y demás; la lógica fue pensar que luego que cada nadador vaya encontrando su velocidad se disciparía la masa. Pero nunca pude nadar más de diez brazadas sin golpear o ser golpeado. Por suerte el mar amaneció calmadito, como que el de arriba se apiadó y sostuvo vientos y nubes para Ironman Florida. Cielo celeste, y el sol naciente a la izquierda completa, se hacía difícil respirar hacia la izquierda al alejarse de la playa.


También se le hace cada vez más difícil respirar a mi mami Andreita. Pero mi carrera dura poco. Ella es tan fuerte que está peleando por vivir bien sus últimos días. Lecciones que debo aprender son entre muchas, la forma como enfrenta problemas la Andreita. Es una maestra en manejos de crisis. Ha recibido su enfermedad con mucha valentía, y nunca se ha dejado ir. Ha soportado como mujer de hierro su injusto destino. Los primeros tratamientos, dolorosos y traumáticos, permitieron reducir el tamaño del tumor.


Ironman: Anything is Possible... es el slogan de la carrera. Todo era posible menos que se disperse el sardinero. Que manera de dar golpe de estos gringos. Sin embargo, logré salir de la primera vuelta en un tiempo poco menos a 31 minutos. Pese al tumulto, había podido nadar en un buen tiempo, y esperaba mejorar la segunda vuelta para acercarme lo más posible a la una hora de tiempo de agua. En entrenamiento lo había hecho en 1:06 en piscina, sin wetsuit; el agua salada y el traje de neopreno debían permitirme acercarme al menos a 1:02. Estaba en buen camino. Pero nada es gratis en la vida. Mi ritmo cardíaco estaba bastante más elevado de lo normal, y debía conservar energía para el resto del día... esto recién comenzaba. La segunda vuelta la nadé igual con golpes y agravios, pero me dosifiqué un poco más, nadándola en 33 minutos, para un total de 1:04 en el agua. No estaba mal, pero estaba feliz de haberla terminado.


La transición siempre es un problema que debo mejorar. Siete minutos en correr hacia las fundas numeradas, vestirme con casco, medias, zapatos de ciclismo, gafas, algo de vaselina y demás, y correr hacia mi bici, hasta cruzar la alfombra que da inicio al tiempo de bici – son siete minutos los que me demoré. Tenía una estrategia de nutrición muy bien estructurada, pero creo que demasiado compleja. Me di cuenta que había hecho un buen papel en el agua cuando de repente me comenzaron a pasar muchísimas bicicletas. No fue un mal tiempo de bicicleta, en total fueron 5 horas 44 minutos, unos cuatro minutos sobre el tiempo esperado.


Al kilómetro noventa, me seguían pasando bicicletas, pero ahí me di cuenta que estuve listo mentalmente. Mi carrera, es mi carrera. No estoy compitiendo contra nadie. No estoy aquí para bajar marcas, ni para demostrar nada a nadie. Es un viaje espiritual. Definitivamente lo era. Estuve con cabeza fría, mirando siempre mi contador de cadencia, siempre entre 85 y 90 revoluciones por minuto, y el velocímetro manteniendo velocidades promedio de 31.5 kilómetros por hora. Era suficiente para llegar bien, entero, fuerte, y con ganas de correr la maratón luego de recorrer un largo tramo de pavimento. He madurado, pensé. Nunca me salí de mi cabeza fría, nunca me dejé afectar por las bicicletas que pasaban. Mucha lectura sobre el tema apunta consensualmente a que uno de los mayores errores en una carrera Ironman es ir demasiado rápido en la bicicleta y bajarse “sin piernas” a correr una maratón. Siempre estuvo esto en mi cabeza, y comencé a pensar “nos vemos en la T2” a cada persona que me pasaba... la T2 es la transición bicicleta – correr... la T1 fue la natación – bicicleta.


El tumor no se ha reducido. Al contrario, aumentó de tamaño, nos dijo mi ñaña Sole en estos últimos días. No más tratamiento de quimioterapia, aparentemente. Sino tan solo drenaje de líquido de los pulmones para que pueda respirar bien, y medicina para el dolor. Esto fue la coraza final de mi entrenamiento mental y espiritual. Mi mami Andreita había luchado contra el cancer casi el mismo tiempo que yo entrenado para esta carrera. La diferencia es que el cancer parece que lleva las de ganar.


Llegué super bien... faltando 3 millas para terminar la bicicleta cambié al plato chico de la bicicleta y comencé a rotar. Sabía que quizás perdería un minuto aproximadamente pero necesitaba llegar con piernas frescas para la maratón. “Todo comienza en la T2”... mi primera conclusión del Ironman... estaba convencido de que iba a correr una tremenda maratón. Estaba listo y dispuesto a correrla en 3 horas 30 minutos. Entré como un loco, y la gente cansada en la zona de transición se ponía sus zapatos. Debo haber parecido un loco, mientras me cambiaba a medias secas, ponía los zapatos, y el cinturón Fuel Belt donde llevaría mis mezclas líquidas con las que había entrenado. Todo estaba perfecto. Comencé la carrera a las 7 horas 1 minuto. Calculé que podría terminar en 10 horas 31 minutos, o algo parecido. Pero todo estaba tan lejano todavía...


O quizás no…lo único que le importa ahora a mi mami Andreita es dejar todas sus propiedades en regla a nombre de sus sobrinos. Toda una vida trabajada, con suerte también porque en nosotros encontró a su familia. Sus bienes: un terreno, dos casitas en Uptown Cayambe. Su familia de sangre: una hermana mayor que ella, inválida desde hace mucho tiempo, sobrinas maltradas y ya difuntas, víctimas de la pobreza, del maltrato de sus maridos, quienes ahogaban sus frustraciones y la falta de oportunidades en el vicio más vil, y alcoholizados se dedicaron al maltrato y al mal ejemplo. Sobrinos también borrachos, padres y madres de familia antes de cumplir la edad legal de ciudadanía... Es a ellos a quienes dejará sus bienes, pero su preocupación es dejar todo saneado, legalizado, notarizado. Y claro, mi ñaña Sole está apersonada del tema como siempre.


El paso estaba espectacular. Sentía que volaba. Conté cadencia y estaba perfecto, en 90 pasos por minuto – tal como reza la filosofía (porque eso es lo que es), del Chi Running... la aprendí a la fuerza luego del paredazo de Boston en abril de este año. La ruta era dos veces una ruta de ida y vuelta, y cuando regresé para completar la primera mitad, vi a Paola y María Meche haciéndome barras, gritando, y grabando con una filmadora. Ya mis sentidos externos estaban tergiverzados. Solo interiormente estaba absolutamente en un lugar privilegiado que nunca antes había visitado. Veía mi reloj, más de 9 horas de competencia y seguía fuerte. Esto trasciende lo físico, trasciende lo mental... es un asunto espiritual.


No sé cuándo la vaya a ver de nuevo. Espero pronto, quizás la próxima semana. Regresaba fuerte de espíritu, de mente, y ya no de cuerpo. Mis piernas estaban estropeadas por el concreto. Pensé por primera vez afuera de mis límites y recordé los tiempos de mi amigo Pablo Campana, el mejor tiempo de Ironman del Ecuador hasta ese momento, 11 horas 20 minutos. Le rendí respeto mentalmente, ciertamente el también hizo un tremendo esfuerzo físico. Faltaba poco. Sabía que con holgura rompería la barrera de 11 horas. Nunca caminé en ninguna estación de agua, siempre agarré Gatorade, agua y cola sin gas al vuelo... pasé a muchísima gente. Me crucé con Lorena y con Esteban, vi que venían muy bien y me tranquilizó mucho. Oscureció, y tuve que ponerme las gafas sobre la gorra. Logré también aislar de mi estado anímico y mental la situación de la Andreita. Pude abstraerme por un buen momento. Pensé en la Andreita en la recta final. No dejé que me afecte. Oí ya la música de la llegada. Siendo un tipo super musical, no recuerdo qué canción tocaban cuando me acercaba a la cinta. Oí que la voz decía “Gustavo ..... from Ecuador, YOU ARE AN IRONMAN”... no quiero que termine... no quiero que se vaya la Andreita... nadie quiere esto. Es doloroso.... pero llega a su fin.


Esta carrera, este esfuerzo, este triunfo, se lo dedico completo a mi mami Andreita – A nadie más.


Paola y mis tres inspiraciones, Gusi, Santi y Sergio son motores de mi vida. Y mis amigos, Lorena y Esteban sobretodo que fueron compañeros de entrenamiento, hicieron que esta experiencia pueda llegar a su fin ordenada y metódicamente.


Lorena hizo un tiempazo, bajando más de dos horas al único tiempo de mujer Ironman de Ecuador. Esteban bajó su tiempo anterior por más de una hora. Yo crucé la meta en 10 horas 49 minutos... pero pude haberlo hecho más rápido.


GD